La película 300, basada en la novela novela gráfica de Frank Miller, ha batido records de audiencia en todo el mundo y ha maravillado por su puesta en escena y sus efectos digitales. Lo que pocos saben es que se trata, en realidad, de una película sobre el contraataque en Hattrick.
El bueno de Zack Snyder vino a visitarme a mi casa de Malibú antes del estreno y me regaló una copia de la película que le había comprado a un chino en la calle esa misma mañana y que incluía un montaje del director que él juraba no recordar haber hecho.
Mientras nos poníamos hasta las cejas de bourbon y daikiris (frutos secos y refrescos si eres Rafal Szwed, mi entrenador)- me confesó que la idea de hacer la película le había surgido tras las muchas frustraciones que había sufrido en HT como entrenador de defensa y usuario de la táctica CA: «Quería buscar una historia que consiguiera retratar la valentía de los entrenadores de defensa y que captara también esa osada desesperación que supone jugar a la contra en HT. No encontraba ningún guión que retratara con justicia esa épica hasta que cayó en mis manos un ejemplar de la novela de Frank [Miller]. Y me dije: Aquí está«.
Las negociaciones para conseguir los derechos fueron duras, pero el hecho de que Miller sea también un incondicional jugador de Hattrick facilitó la tarea: «Los dos conectamos enseguida y coincidimos en ese retrato de los equipos especializados en CA como el de un grupo de agerridos guerreros superespecializados que se defienden ante las oleadas constantes que provoca la superior posesión del rival y que son capaces de atrincherarse con éxito y salir a la contra causando estragos en el enemigo«. Para Snyder, «la película representa la actitud gloriosa de los equipos que hacen de su talento en el arte del CA su virtud para imponerse en el campo de batalla«.
En cuanto se fue de casa, y tras contar por si acaso los objetos de plata, me puse a ver la película. Pese a que en la copia se escuchaba a gente tosiendo y un par de personas que se levantaban para ir al baño, la película en general me gustó, aunque a la media hora tuve que parar la película y cubrir el suelo con bolsas de basura para que las salpicaduras de sangre no me estropearan la moqueta. En términos generales creo que es un filme entretenido, aunque no sé si podré borrar de mi memoria la escena en la que Jerjes posa sus manos sobre la espalda de Leónidas y le dice aquello de «no es mi látigo lo que teme mi pueblo«. Todavía duermo con la luz encendida…
Antonio Barandiarán Piedra / ABP 