En su colosal Guía del autoestopista galáctico, Douglas Adams relata que Arthur Dent activa el campo de Improbabilidad Infinita de la nave Corazón de oro para eludir los dos proyectiles teledirigidos con los que los magratheanos dan la bienvenida a las molestas visitas.
Con una probabilidad de 8.767.128 contra 1, los dos misiles se convierten en un tiesto de petunias y una ballena muy sorprendida que, tras materializarse a varios kilómetros por encima de la superficie del planeta, comienzan a caer a plomo. En su corta y cartesiana vida, el infeliz mamífero marino decide aproximarse al sentido de su vida nombrando las cosas que le rodean:
¡Oooh, esto marcha muy bien! Pero ¿qué es ese ruido grandísimo y silbante que me pasa por lo que de pronto voy a llamar la cabeza? Quizá lo pueda llamar… ¡viento! ¿Es un buen nombre? Servirá…, tal vez encuentre otro mejor más adelante, cuando averigüe para qué sirve. Debe ser algo muy importante, porque desde luego parece haber muchísimo.
Ajena a las sutilezas de la ley de la gravedad, la ballena sigue cayendo, sin perder por ello la entusiasta aproximación a su (corta) existencia:
¡Eh! ¿Qué es eso que viene tan de prisa hacia mí? Muy deprisa. Tan grande, tan plano y redondo que necesita un gran nombre sonoro, como… sueno… ruedo… ¡suelo! ¡Eso es! Ese sí que es un buen nombre: ¡suelo!
Me pregunto si se mostrará amistoso conmigo.
En Hattrick, el suelo también se está aproximando a toda velocidad, y no parece que tenga ganas de hacer muchos amigos. En su último editorial HT-Johan anuncia la salida de tres desarrolladores, y si la bajada de usuarios sigue al mismo ritmo, el propio futuro del juego parece en peligro. Algunas de las últimas medidas tomadas, como el incremento del precio del supporter o los HT-credits, están más destinadas a compensar las pérdidas económicas por la caída de usuarios que en mejorar el juego, en una inversión institucional de los términos, pues debería ser el propio Hattrick el que salvara a la empresa.
Casi quince años después, los problemas estructurales continúan silbando alrededor: (1) una demencial estructura de las ligas, que provoca que en los países con mayor número de usuarios se comience en IX o X división, lo que difícilmente animará a ningún usuario a seguir en el juego si debe pensar a tan largo plazo (2) un nivel de estímulo bajo, con una inmensa mayoría de usuarios que disputa tan sólo un partido a la semana y una competición internacional en la que sólo participan en 0,04% de los equipos (el HT Open tampoco parece una respuesta) y (3) una jurásica concepción visual en la que, por ejemplo, los reportes siguen cayendo línea a línea durante hora y media como si se tratara del código de Matrix.
Tal vez por ese motivo, La Guía del autoestopista galáctico -el libro más notable publicado por las grandes compañías editoras de Osa Menor- lleva impresa en su portada una leyenda:
NO SE ASUSTE.
Y nosotros, perdidos en el (ciber)espacio como Arthur Dent, nos encomendamos a ella.
Antonio Barandiarán Piedra / ABP 