Tal día como hoy hace veinte años la agencia soviética de noticias TASS sacudía los teletipos del mundo entero con la noticia del aterrizaje a plena luz del día de una esfera rojiza de unos veinte metros de diámetro en un parque a las afueras de la ciudad rusa de Vorónezh.
Eran las seis y media de la tarde del 9 de octubre de 1989, y un grupo de niños jugaba a fútbol sobre la desgastada hierba del parque. De pronto, y ante la mirada atónita de docenas de testigos que se encontraban en el lugar (entre ellos varios adultos), un destello rojizo cruzó el cielo y una nave esférica comenzó a sobrevolar el lugar a baja altura, lentamente. Un ser, en apariencia de gran envergadura, oteó el exterior durante unos breves instantes y volvió a entrar en el OVNI.
La nave se posó suavemente en el parque. Docenas de niños y adultos comenzaron a arracimarse alrededor del globó carmesí, manteniéndose a esa indefinible distancia que delimita la pugna entre la curiosidad y el temor. Un ser plateado de tres metros de altura, que a la luz de los testimonios se asemejaba en buena medida al misterioso Simonchev, descendió finalmente de la nave. El silencio podía cortarse con un cuchillo.
Antonio Barandiarán Piedra / ABP 